Flemón dental
Dicen que el dolor de muelas es uno de los peores que existen
Nadie mejor para asegurarlo que quienes han vivido la desagradable experiencia de verse una mañana la cara desfigurada por un flemón
Por mucho que los odontólogos insistan en eso de la visita anual, la mayoría de los españoles hacemos caso omiso de sus recomendaciones. Ésta es la causa fundamental de que muy pocos conozcan lo que es un flemón dental, complicacion mayor que tiene su origen en una caries no tratada o en una enfermedad periodontal, y que se producen como resultado de un proceso que tendría que haber sido frenado en la consulta del dentista.
Cuidado con las caries
La caries está producida por bacterias, responsables de la destrucción localizada y progresiva de los tejidos duros del diente. Inicialmente indolora, la caries comienza por la formación de una mancha al nivel del esmalte. Esta mancha va progresando hacia el interior del diente, cuya estructura, mucho menos dura que la del esmalte, permite una evolución mucho más rápida. Si no se ataja a tiempo, las bacterias pueden terminar infectando la pulpa e invadiendo la raíz hasta su extremo, provocando una inflamación aguda y haciendo que los vasos sanguíneos se dilaten y desencadenen, por compresión, un dolor agudo. Si a largo plazo las bacterias acumuladas en la pulpa infectan los tejidos vecinos, se puede producir un flemón dental.
Dientes sensibles. Los más predispuestos
El dolor vivo, intenso y corto, producido con el simple cepillado de dientes o al entrar en contacto con alimentos o bebidas frías, calientes, o muy ácidas y azucaradas, indica hipersensibilidad dental. Este trastorno está producido por un desgaste progresivo del esmalte del diente, que deja la dentina al descubierto, es decir, la zona en la que se produce la estimulación del nervio. La dentina expuesta que caracteriza a la hipersensibilidad dental, indica mayor riesgo de entrada de las bacterias al interior del diente, habiendo por lo tanto más probabilidades de que se produzca una caries, y si ésta no se cuida debidamente, de que se pueda formar un flemón dental.
El abceso dental
Las complicaciones vienen, por lo tanto, cuando la colonización bacteriana llega a la pulpa, atraviesan el cemento dental y el tejido periodontal, e infectan los tejidos vecinos. El abceso dental corresponde a la formación de una cavidad anormal, llena de pus, que se forma en el hueso que envuelve la raíz del diente, debida a la acción de las bacterias que proceden de la pulpa dental.
Suele manifestarse con un dolor intenso que se localiza en la zona del diente cariado o afectado por enfermedad periodontal (las bacterias presentes en el sarro se introducen en el tejido óseo circundante y forman la cavidad anormal que se llena de pus), aunque a menudo se irradia hacia la garganta, oído o media cara, y se presenta o se incrementa cuando se muerden o mastican alimentos y cuando se ingieren líquidos fríos o muy calientes. Cuando el abceso es grande puede ocasionar fiebre, malestar general, ganglios al nivel del cuello y dificultad para masticar e ingerir los alimentos.
El flemón
Si el abceso dental no se trata en sus fases incipientes se puede formar un flemón dental. Cuando esto ocurre se inflaman e infectan los tejidos blandos que se encuentran por debajo de las encías, de manera que las bacterias contenidas en el abceso dental atraviesan la cápsula de tejido fibroso que las rodea y se abren paso hasta las encías. El flemón dental forma así un bulto o una hinchazón por debajo de la encía, que habitualmente se extiende a lo largo de varias piezas dentales y provoca la clásica hinchazón de mejilla. El dolor, que también se percibe a lo largo de varias piezas dentales, adquiere un carácter pulsátil, incrementándose y atenuándose por momentos. Las encías se muestran inflamadas e irritadas, y en ocasiones hay incluso presencia de pus, proveniente de la cavidad anormal que se forma en el tejido óseo que envuelve la raíz del diente o muela infectada.
Prevenir desde el principio
Además de la hipersensibilidad dental (dolor vivo, intenso y corto, producido con el simple cepillado de dientes o al entrar en contacto con alimentos o bebidas frías, calientes, o muy ácidas y azucaradas) hay que vigilar de cerca el sangrado a la hora del cepillado, la aparición de puntos blancos sobre la encía, un cambio de color o una ligera movilidad de las piezas dentales. No hay que esperar a que duela o a que la cara se haya hinchado para ir al dentista. Cualquiera de estos signos precursores deben llevarnos a su consulta sin tardanza. Si no se trata a tiempo, el nervio muere y se necrosa, y la infección se hace crónica, lo que conllevará como único tratamiento: la extracción de la pieza dental afectada.
El tratamiento
Cuando existe un abceso dental o un flemón dental, antes de proceder al tratamiento de la caries el dentista suele administrar medicamentos analgésicos y antiinflamatorios para aliviar el dolor y la inflamación, así como antibióticos para combatir la infección. Ello se debe a que, cuando la zona está inflamada, los medicamentos anestésicos no suelen actuar sobre los nervios de la pulpa, y por tanto, no se puede introducir el instrumental quirúrgico en el interior del diente que no está “dormido”. Jamás se deberá punzar un flemón pues corremos el riesgo de diseminar la infección hacia otros sectores del organismo.
Una buena higiene buco-dental
- Visita al dentista una vez al año (como mínimo).
- Lavarse los dientes después de cada comida o al menos dos veces al día.
- Cambiar el cepillo de dientes cada dos meses.
- Utilizar cepillos interproximales o irrigador oral.
- Evita picar entre horas, ya que mientras más frecuente es la ingestión de alimentos menor es el efecto remineralizador y protector de la saliva.